Actualmente se mantiene la idea de que los factores psicológicos tienen un peso decisivo en el inicio y mantenimiento de cualquier trastorno orgánico, de forma que alteraciones psicológicas o conductuales pueden afectar negativamente a la condición médica.
El DSM IV establece que los factores psicológicos pueden afectar adversamente una condición médica a través de las siguientes vías: